IMG_2578_2

LAS TREINTA CARAS DEL POLIEDRO
Variaciones Goldberg BWV 988, de J. S. Bach

1/11/2012, Centro Cultural Conde Duque (Madrid)

Marta Espinós, piano y comentarios

El estupendo auditorio del Conde Duque abrió sus puertas para escuchar las Variaciones Goldberg de Bach. Son muchos los atractivos de esta sala, recientemente reformada dentro de una estética de líneas limpias, sobria y elegante. Para empezar, su acústica es clara y transparente –siempre de agradecer cuando el programa implica polifonía–, y a la vez proyecta y reparte el sonido de una manera sorprendentemente ágil por cada una de las butacas. El “mobiliario” es excelente: un Steinway & Sons de gran cola al nivel de los mejores auditorios de este país, con mecanismo en un estado irreprochable y sonido brillante pero equilibrado. Todo esto, sumado a un aforo medio de unas 300 localidades (contando las del coro, tras el escenario) lo convierte en una caja de música excelente para conciertos a solo y de cámara.

Pero no solamente la infraestructura fue de lujo. Por la mañana, una unidad móvil de Radio Nacional de España se acercó al Conde Duque para celebrar la coincidencia del concierto con el 80º cumpleaños de Joaquín Achúcarro, casualmente ese mismo día. Dentro del programa de Manolo HH “El día menos pensado”, felicitamos y charlamos con el Maestro en directo por conexión telefónica.

Las palabras entrañables de Joaquín, toda una institución pianística internacional y queridísimo profesor cuya sabiduría he tenido la inmensa fortuna de disfrutar, fueron sin duda espuela e inspiración para el resto de la jornada.

Con una presentación así, en una sala como aquella y un público respetuoso y ciertamente concentrado (con la excepción siempre previsible del pobre Tárrega sonando en algún móvil), una percibe la responsabilidad y emoción de ofrecer una interpretación a la altura. Las Variaciones Goldberg son un largo viaje tanto para el que toca como para el que escucha, y por parte del primero no puede sino haber una entrega total, un salto casi al vacío sobre la cuerda floja que es afrontar sobre el escenario una obra de tal magnitud en todos los sentidos.

El vértigo previo a la salida a escena es una mezcla de sensaciones encontradas. Un mix de respeto enorme hacia una creación colosal, de la responsabilidad del mensajero por la transmisión digna y elevada del mensaje, y por supuesto, de la incertidumbre del directo. Mi misión es que se genere algún momento extraordinario que ilumine una parcelita vital de aquel señor sentado en la antepenúltima fila. Tan solo unos segundos de magia ya justifican la odisea. Y ello desde la consciencia de la propia diminutez ante la grandeza aplastante de esta música, sin duda alguna para mí tocada de soplo divino.

“Han sido los cincuenta minutos más cortos de mi vida”, tuve la satisfacción de escuchar. Misión cumplida con creces, pues.

Escuchar la felicitación a Joaquín Achúcarro en Radio Nacional