Un piano embrujado que espera el atardecer para susurrarnos a media voz sus secretos. Cuando se va acercando la hora bruja, en el contraluz de los ventanales, suenan historias antiguas que excitan las teclas, desperezan las sombras sonámbulas y visualizan los espectros que deambulan por los salones del teatro. Un piano bohemio que revive con los rayos de luna, la hora perfecta para detenernos a escuchar músicas calladas junto al crepitar de la chimenea: nocturnos olvidados, piezas visionarias, variaciones para insomnes, valses macabros, boleros sentimentales, armonías de las esferas, antiguos tangos…

El seductor espectáculo se repite cinco veces más. No os lo perdáis. No vaya a ser que las telarañas que rodean el piano invadan también el teclado y Marta ya no pueda tocar :-). Muy agradecido a Marta Espinós por interpretar tantas veces mi música y hacerlo siempre a gran altura, y a Fernando Palacios por acogerla tan amablemente. (…) Público en gran parte en edad infantil y que siguió el concierto-representación con total atención y comportamiento ejemplar. Y es que no hace falta gritarle “¿CÓMO ESTÁN USTEDES?” ni dar saltos frenéticamente para captar su atención. Si se le ofrece, como en este caso, buena música, excelentemente interpretada, y un ingenioso e inteligente guión, igualmente muy bien conducido, la respuesta es inmejorable.”