Así, desde la preciosa ‘Labertinto de silencios’ de mi siempre admirado Jesús Torres, hasta la dantesca ‘Sonata dall’ Inferno’ de Marvin Camacho (¡qué placer volver a escucharla!), pasando por muy acertadamente elegidas obras de Mompou, Rodrigo, Messiaen y Ernst Bloch, Marta Espinós nos da una lección magistral de primera magnitud, a la vez que sacude nuestros sentimientos con tan contrastados ejemplos sonoros.

Me perdonaréis si me extiendo algo respecto a su interpretación de mi ‘Diabolus in musica’. No puedo estar más impresionado. Mi versión interior como intérprete (ahora ya no podría tocarla) coincide casi por completo con la de ella. Pero lo más emocionante es que esa pequeña parte en la que no coincido plenamente no solo no me disgusta, sino que me encanta. ¿Por qué?, os preguntareis. Pues porque la enriquece con su propia personalidad, con tanta coherencia y sinceridad que me ratifica en mi idea de que la música, afortunadamente, no es objeto inerte de museo, sino algo constantemente vivo y estimulante. Como hay amigas y amigos por aquí que conocen bastante la obra, diré que esos momentos son los expresivos, aquellos que cada vez más descubro como ‘alban-bergianos’, si se me permite la expresión. Ya digo, feliz de escucharlos así. ¿Y los demás? Marta Espinós los ha captado y los sabe expresar con absoluta precisión: todo el cada vez más frenético ritmo danzante, los breves y punzantes episodios sarcásticos… la construcción total de la pieza, como dije, absolutamente coherente.

Placer añadido el haber podido encontrarme y charlar después, aunque fuera brevemente, con amigas y amigos (…). Y, por supuesto, Jesús Torres, al que, como ya dije, admiro y aprecio enormemente. Ojalá hubiera podido acercarse Marvin Camacho desde Costa Rica. Intuyo que habría estado tan satisfecho como yo. Le envío desde aquí un afectuoso saludo y mi más expresivo ‘bravo’ por su obra.