Con una acústica estupenda, una organización y trato exquisitos, un piano agradable y un público estupendo: muy entendido y en suspenso de Aria a Aria. Y una sorpresa inesperada: mis notas al programa traducidas al euskera, un detalle que me llena de orgullosa ilusión. Gran tarea la de la Fundación, que nutre la vida cultural de este país a unos niveles de calidad envidiables y con una eficacia irreprochable.

Para colmo de mi alegría, una feliz coincidencia: Joaquín y Emma Achúcarro estaban en la ciudad y pudieron asistir. Tímpanos expertos para quienes siempre es un lujo y un reto tocar…