Publicado en Apr 21, 2016

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CERVANTES EN CLAVE DE SOL

Por Pedro Unamuno (21/4/2016)
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La pianista Marta Espinós presenta en la Biblioteca Nacional un programa de música contemporánea inspirada en el autor de ‘El Quijote’

Cuando la mente inquieta de Marta Espinós se propuso conmemorar con música una efeméride como el IV Centenario de la muerte de Cervantes supo de inmediato lo que no quería: un programa dedicado a “la música en tiempos de…” (aquí cabe el nombre de Cervantes o de cualquier otra figura ilustre). La pianista prefirió más bien que el escritor sirviera de inspiración para obras de carácter contemporáneo que encargó a cuatro grandes compositores españoles.

Tomás Marco, Benet Casablancas -ambos distinguidos con el Premio Nacional de Música, el primero en dos ocasiones-, Carlos Cruz de Castro y Mercedes Zavala fueron los autores con los que contactó Espinós, que presenta mañana, viernes, en la Biblioteca Nacional de España (BNE) tanto esas partituras nuevas como otras dos ya existentes pero igualmente inspiradas en Cervantes que llevan la firma de Manuel Angulo y José Zárate.

Además de impulsar la creación contemporánea para piano, el proyecto Estremada armonía cubre un vacío en la producción discográfica nacional e internacional, que ha solido centrarse en la citada “música en tiempos de…”. Las obras encargadas por Espinós retratan la faceta de Cervantes como escritor, evocan sus personajes, ilustran los paisajes donde se desarrollan sus novelas -especialmente el ‘Quijote’- e incluso aluden a fragmentos concretos de éstas.

Tomás Marco, por ejemplo, ha escogido para Clavileño: blog de vuelo uno de los episodios más conocidos de la gran novela, no con ánimo descriptivo sino con el de evocar las sensaciones que experimentan Sancho y su señor a lomos del caballo en el que los montan los duques. En Teclas para Don Quijote. Espejismo y andanza, Cruz de Castro toma como punto de partida los horizontes desolados de La Mancha y su sol aplastante, que casi permiten entender la confusión de realidad e imaginación que aqueja al ingenioso hidalgo.

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Como todos los que ofrece Marta Espinós, el de esta noche en el Salón de Lectura de la BNE será un concierto comentado, hecho que le parece pertinente por demás cuando se trata de un repertorio que resulta ‘difícil’ para el público general. “Es fundamental siempre explicar mínimamente el programa, pero en esta ocasión se impone suministrar unas claves básicas que aportan un ingrediente intelectual que sin ninguna duda facilita el disfrute de la música”, señala.

Espinós, que compagina su carrera como pianista con tareas de comisariado musical, es una defensora firme del cruce de disciplinas artísticas que tanto provecho reporta a unas y otras. En este caso que involucra a música y literatura, cree que el propio conocimiento que poseen los espectadores sobre la obra de Miguel de Cervantes favorece el entendimiento de las partituras.

La intérprete no pierde de vista que muchos de quienes la escuchan ni son melómanos ni saben música, razón por la que hace unos años se atrevió incluso a impartir un curso para ‘no músicos’ sobre las Variaciones Goldberg de Bach, una creación que sobresale por su complejidad estructural entreverada de matemáticas (y también por la leyenda que la acompaña). “Es interesante explicar a alguien que no conoce el lenguaje musical qué es un canon (imitación entre dos o más voces), por ejemplo, y la manera más acertada de hacerlo suele ser encontrar un equivalente en otra disciplina que permita visualizarlo y, por tanto, entenderlo”, indica.

En el reciente Festival de Arte Sacro de la Comunidad de Madrid, Marta Espinós presentó uno de esos programas que huyen de sendas trilladas, Piano místico, que, en lugar de rescatar las composiciones de la época de Santa Teresa de Jesús -as usual-, proponía “una metáfora del camino espiritual”, con las luces de la meditación y la contemplación y las sombras de la tentación en sus innumerables formas.

La pianista de Jávea sostiene que tanto público como intérpretes están “cansados de escuchar siempre lo mismo, y presentado de la misma manera, en un formato de concierto obsoleto que cansa y ahuyenta a la gente”. El camino es, no tiene duda, “ofrecer programas diferentes e interesantes”: “Existe una redundancia en ciertos repertorios que necesita abordarse desde otras perspectivas, lo que no está reñido con que se siga interpretando lo clásico, es decir, lo que tiene calidad y perdura”.

Su dedicación consiste en “buscar y rebuscar”, darle mil vueltas al magín con un propósito, “hablar de algo no musical a partir de la música”. En este caso, de los mundos de Cervantes o, lo que es lo mismo, de la vida, cuya sustancia misteriosa acertó a reflejar como ningún otro escritor.

Fuente: El Mundo